El planeta demanda nuevos modelos de generación y distribución energética, más limpios y eficientes, que ayuden a frenar el calentamiento global y los efectos derivados del cambio climático.
En este escenario, las instituciones quieren fomentar no solo un cambio en los sistemas de generación, distribución y consumo de energía, sino una mayor implicación de la ciudadanía en los procesos que suponen.
La creación de las figuras de las Comunidades de Energía Renovable (CER) y de las Comunidades Ciudadanas de Energía (CCE) abre la posibilidad de que administraciones, empresas y sociedad civil unan sus esfuerzos en la creación de Comunidades Energéticas Locales (CEL), que den respuesta a las necesidades energéticas en el ámbito más próximo al ciudadano, con un impacto positivo en el medioambiente y en la economía.
Las cooperativas agroalimentarias tienen la potencialidad de ser impulsoras o dinamizadoras de los procesos de creación de las CEL, aportando un modelo de gobernanza democrático, participativo y centrado en las personas, además de los espacios físicos en los que se pueden realizar las instalaciones necesarias para la generación energética.
La creación de una CEL o el impulso de otros modelos de autogeneración y autoconsumo energético, de forma individual o en colaboración con la Administración local y otros agentes del territorio, es una oportunidad para que las cooperativas agroalimentarias reduzcan sus costes, diversifiquen sus actividades y generen un impacto positivo en allí donde desarrollan su actividad.”