Por el Dr. Kees Blokland, Economista de Desarrollo. Fundador de la agriagencia neerlandesa Agriterra y exdirector ejecutivo de ACODEA

El modelo de ACODEA ha demostrado que la ayuda internacional puede ser eficaz cuando las prioridades las marcan quienes trabajan la tierra, y no las agendas marcadas desde Europa o Estados Unidos.

En una granja de Galicia, un ganadero español explica a su homólogo colombiano cómo ha logrado reducir a la mitad las pérdidas de leche en época de lluvias. Lo que hoy aprende, lo aplicará en su propia explotación. No hay intermediarios, ni discursos grandilocuentes, ni agendas externas. Es la esencia del modelo “de agricultor a agricultor”.

Este enfoque es el que ha defendido y perfeccionado ACODEA en sus quince años de trabajo. La agriagencia española fue creada por UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos) y FADEMUR (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales) en 2010, a las que posteriormente se unió Cooperativas Agro-alimentarias de España, en el marco de un movimiento internacional impulsado por organizaciones de agricultores que decidieron convertirse en protagonistas de la cooperación.

En los años noventa, la cooperación internacional para el desarrollo era todavía un club de gobiernos hablando con gobiernos. Nueve de cada diez euros viajaban de un ministerio a otro. Las ONG quedaban en los márgenes, y dentro de su pequeño espacio, las organizaciones de agricultores recibían apenas un 1–2% del total.

Un sinsentido: casi la mitad de la población activa en los países en desarrollo dependía de la agricultura, y las cooperativas y asociaciones de agricultores se multiplicaban. Para 2007 —tras lo que el Banco Mundial llamó con delicadeza una “proliferación de organizaciones”— el 19% de los agricultores ya pertenecía a alguna. Pero en el mundo de la ayuda, nacieron nuevas formas de cooperación ante el olvido de este grupo en la ayuda oficial y de las ONG.

El nacimiento de ACODEA

Ese olvido dio lugar a una revolución silenciosa: las propias organizaciones de agricultores crearon sus agriagencias para trabajar directamente con sus homólogos de otros países. Sin intermediarios. Sin filtros. Consejos, formación, intercambios y, cuando era necesario, apoyo financiero.

En España, este movimiento tomó forma en 2010 con la creación de ACODEA, la primera agriagencia hispanohablante. Desde entonces, ha acompañado a cooperativas y organizaciones campesinas de América Latina y África en un modelo tan sencillo como potente: agricultores que ayudan a agricultores.

En 2014, ACODEA lanzó su servicio de asesoría AgriPool, movilizando a agricultores, directivos y técnicos de cooperativas españolas para trabajar mano a mano con sus colegas del sur. Lo que empezó como un gesto de solidaridad se convirtió en una herramienta de cambio: cooperativas productivas, cadenas de valor fortalecidas y organizaciones más sólidas para defender sus intereses ante los gobiernos. Actualmente 300 directores y gerentes de cooperativas de renombre prestan regularmente sus servicios a los colegas en el exterior.

Un modelo distinto

A diferencia de muchas ONG internacionales, cuya agenda suele responder a campañas diseñadas en Europa o Estados Unidos, las agriagencias parten de las prioridades de sus socios locales. No predican, escuchan. No sustituyen, acompañan. Y esa diferencia se nota: incluso gobiernos críticos con las ONG y la cooperación, como el actual neerlandés de derechas, han reconocido este modelo como ejemplo de cooperación eficaz.

Hoy, la metodología se está profesionalizando más: orientada a resultados, basada en datos, integrada en programas de gran escala. Y lo más importante, es un modelo despolitizado en el sentido ideológico: no son los objetivos políticos occidentales los que marcan la agenda, sino las aspiraciones de quienes trabajan la tierra. En este sentido es transformador del sistema de cooperación y del desarrollo.

Valencia, 18 y 19 de septiembre

Este mes, Valencia acoge la celebración de los quince años de ACODEA y los diez años de AgriPool. Será algo más que un aniversario: es la demostración de que la cooperación internacional puede ser distinta. Que no hace falta hablar en nombre de los agricultores del sur, basta con dejar que ellos hablen —y escuchar—. En un momento en que la cooperación internacional busca nuevos caminos, el modelo “de agricultor a agricultor” recuerda algo elemental: quienes alimentan al mundo no necesitan que hablen por ellos, necesitan aliados.